La composición musical es una mezcla específica de melodía, ritmo y armonía. Por ejemplo, una composición puede ser una pista o instrumental de trap, una pieza musical para orquesta o cuarteto de jazz, o simplemente un beat de lofi. En muchas ocasiones, las composiciones musicales también incluyen letras o líricas, como en la música pop, rock, country, hip-hop, trap, rap, reggaetón, etc.

A la **persona que crea o participa en el proceso de crear una canción **se le conoce como autor o compositor. Lo anterior aplica independientemente del título que esa persona utilice para identificarse, por ejemplo, artista, productor, beatmaker, etc.

La regla general es que, una vez que se termina de crear una canción, nace un derecho conocido como copyright o derecho de autor.

Como una moneda, cada composición contiene dos caras: la del compositor y la parte editorial. A las regalías que generan estas dos caras se les conoce también como regalías autorales y editoriales, respectivamente. A estas partes se les conoce en inglés como writer’s share y publisher’s share.

Cada vez que una composición genera regalías, el pago se divide en dos partes: una para el writer’s share y la otra para el publisher’s share. En la industria musical se hace referencia a estas dos mitades como el 100/100 o 50/50.

Cuando una obra es creada por dos o más personas, se conoce como un **trabajo conjunto **y, como regla general, el derecho de autor sobre los trabajos conjuntos se divide por partes iguales entre todos los participantes.

Una hoja de reparto o split sheet es un documento mediante el cual los autores o compositores de una obra acuerdan el porcentaje de cada cual sobre la obra.

La composición puede generar diversidad de tipos de regalías, como por ejemplo, ejecución pública, mecánicas, sincronización, entre otras.

Las organizaciones, sociedades o entidades que recolectan las regalías que genera la composición varían por país, y depende del tipo de regalía que estemos hablando.

Por ejemplo, los dos tipos de organizaciones que aplican en la mayoría de los países son las organizaciones de derechos de interpretación (PRO, por sus siglas en inglés) y las sociedades de gestión colectiva (CMO, por sus siglas en inglés).